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miércoles, 20 de marzo de 2013


La lógica presencia de un poema




Me gusta la palabra “presencia”. Es la cualidad de estar “delante de”. Por lo tanto, la presencia indica que eres ante todo, el observador.

Escucho constantemente a unos y otros hablar sobre “el poder del ahora”, sobre la importancia de estar ‘aquí y ahora’, sobre las beneficiosas consecuencias de vivir el presente… pero nada es para mí tan definitivo como la experiencia de la presencia.

Me enseñaron hace mucho tiempo la importancia de este concepto. La lección me la dio un profesor de matemáticas en la universidad.

Por aquel entonces yo solía autodefinirme a golpe de etiqueta, y había asumido con cierta dignidad aquello de ser más de letras que la sopa de los pasatiempos. De repente, en 4º curso de carrera, me vi ante la amarga prueba de enfrentarme a una asignatura que procedía de una rama de las ciencias lógico- matemáticas: Estadística. Era la oveja negra de las Ciencias de la Información. En clase, nos hacíamos cruces sólo de pensar en ella. Nos preguntábamos quien sería el “friki” que nos intentaría adentrar en el tenebroso mundo de los números. Entonces…llegó él a las aulas.

Se rumoreaba que era un profesor de matemáticas de la UPV (Universidad Politécnica de Valencia), concretamente de “Teleco”…y eso sonaba aterrador.

Recuerdo el primer día de clase: pensé que le había diseñado una agencia de publicidad para anunciar la máquina del tiempo… Esa abundante cabellera canosa, ese bigote anacrónico, esas gafas… ¡era el matemático con más pinta de matemático que había visto en mi vida!
Antes de que pronunciara su primera palabra… yo ya me había dado por suspensa. Tenía razones de peso para tal actitud derrotista: arrastré hasta COU las matemáticas de 1º de BUP (esto…que quede entre nosotros).

El intrépido docente, no obstante, irradiaba un halo de elegancia caballeresca que rompía el esquema peliculero de ‘profesor chiflado’. Este hombre guardaba un as en la manga… Para colmo de mis sospechas, alguien me contó que fue famosa una charla suya en la que hablaba de las matemáticas ocultas en el libro “Alicia en el País de las Maravillas”. Yo no tenía ni la más mínima idea de ‘ocultismo matemático’, pero me sonaba a algo extremadamente interesante…

Las primeras clases de Estadística nos sonaban a arameo….y la estampida no tardó en producirse. La ausencia de alumnos en la clase, me causaba cierto alivio. Me consolaba pensar que otros, más que darse por suspensos,  se daban por “discapacitados”… y yo, que soy orgullosa por la gracia de Escorpio (ascendente Escorpio y la luna en Leo), sabía que estaba más que capacitada… para intentarlo. Así que tomé la firme decisión de no rendirme.

Un día, después de varias clases con un alto porcentaje de sillas vacías, el profesor tomó cartas en el asunto (digo yo que se dispuso a mejorar las “estadísticas” de la clase de Estadística) y nos sorprendió una mañana llenando la pizarra de letras. Sí, de letras y no de números. Nos dedicó a los presentes… ¡un poema! Un poema de Jorge Manrique que dice así:

“Quien no estuviere en presencia,
no tenga fe en confianza,
pues son olvido y mudanza
las condiciones de ausencia.

Quien quisiere ser amado,
trabaje por ser presente,
que cuan presto fuere ausente,
tan presto será olvidado:
y pierda toda esperanza
quien no estuviere en presencia,
pues son olvido y mudanza
las condiciones de ausencia”

En algún momento se borró aquel poema de la pizarra…pero nunca se borró de mi mente. Quedó grabado para siempre, al igual que el sentimiento de profundo agradecimiento que despertó en mí por la lección recibida aquel día.

En silencio, cumplí mi parte del trato…y descubrí que sí, que yo podía. Al finalizar el curso, mi nota media fue de Notable en la asignatura “maldita”.

Gracias, querido profesor, por enseñarme que si aplicamos el sentido común… las “estadísticas” siempre nos serán favorables.

Gracias por mostrarme la lógica presencia de un poema.

PD: Dedicado a D. Vicente Montesinos.





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